Por Fabio Bertranou y Luis Casanova * 
						
Argentina
 tuvo un desempeño notable en la reducción de una de las manifestaciones
 más importantes de la informalidad que corresponde al denominado empleo
 asalariado no registrado. El empleo por el cual no se realizan 
contribuciones a la seguridad social descendió 15 puntos porcentuales, 
de 49 a 34 por ciento, entre 2003-2012. En el mismo período, el empleo 
asalariado total tuvo una evolución alentadora, al aumentar su 
participación del empleo agregado aproximadamente en 3 puntos 
porcentuales. Estos últimos dos aspectos, sumados al hecho de que la 
incidencia de la informalidad laboral ha sido históricamente superior 
entre los trabajadores cuentapropistas, posibilita inferir que la 
informalidad en el total de los trabajadores ocupados descendió, incluso
 cuando no se hubiese modificado la tasa de incidencia del empleo 
informal entre los trabajadores independientes que todavía permanece en 
niveles muy elevados.
 
 
Sin embargo, las cifras “promedio” señaladas para empleo asalariado 
no registrado esconden diferencias sustanciales por sector de actividad,
 tamaño de empresa y calificación de los trabajadores, entre otros 
atributos de los empleados y de las unidades productivas donde éstos se 
desempeñan.
 
 
Las variaciones más relevantes de la tasa de incidencia del empleo 
asalariado no registrado se observan en las ramas servicios sociales y 
de salud, el comercio y la industria manufacturera. Asimismo, debido a 
la estructura del empleo asalariado, estas ramas, junto con el trabajo 
doméstico, explican tres cuartas partes de la reducción total en el 
empleo asalariado no registrado. La inserción laboral en puestos 
registrados de beneficiarios de planes de empleo, particularmente el 
Plan Jefes, explica la caída del empleo no registrado en el sector 
servicios sociales y de salud, así como la reducción de su peso relativo
 en el empleo asalariado total. Por otra parte, en relación con el 
tamaño de los establecimientos, la mayor reducción de la tasa de empleo 
no registrado se observa en los establecimientos medianos y pequeños.
 
 
A pesar de la caída generalizada en el empleo asalariado no 
registrado, la heterogeneidad sectorial aún persiste, y los sectores de 
alta informalidad en 2012, con algunos cambios menores, continúan siendo
 los mismos sectores que prevalecían en 2003. Si bien la informalidad se
 observa en todos los sectores de actividad y en todo tipo de 
establecimiento, es posible identificar algunos donde se concentra el 
mayor número de trabajadores no registrados y donde, además, se 
registran elevadas tasas de incidencia.
 
 
Actualmente un 23 por ciento del total de trabajadores asalariados 
no registrados se desempeña en el trabajo doméstico, 36 por ciento en 
pequeños establecimientos del sector privado y 24 por ciento en 
establecimientos medianos del sector privado. A nivel sectorial se 
destacan las ramas del comercio, la construcción, la industria 
manufacturera, el transporte, almacenaje y comunicaciones y hoteles y 
restaurantes. Los pequeños y medianos establecimientos de estas ramas, 
junto con el servicio doméstico, concentran casi el 70 por ciento del 
total de asalariados no registrados.
 
 ¿Por qué cayó?
La experiencia de Argentina en los últimos años deja en evidencia 
que reducciones importantes de la informalidad requieren de una 
estrategia integral. Esas estrategias deben incluir desde el contexto 
macroeconómico hasta acciones específicas, como fueron el Programa 
Nacional de Regularización del Trabajo, la promoción y apoyo a 
actividades económicas que generan empleo decente y los programas de 
sostenimiento del empleo durante la crisis, que han permitido prevenir 
transiciones no sólo hacia el desempleo, sino principalmente a la 
informalidad.
 
 
Cualquier estrategia integral también debe incluir acciones 
dirigidas a mejorar las condiciones de “trabajo decente” en aquellos 
segmentos todavía sumergidos en la informalidad y/o donde los 
trabajadores han contado, históricamente, con menores derechos, como han
 sido la Asignación Universal por Hijo, los programas de empleo y de 
mejora de la empleabilidad tanto de trabajadores desplazados por la 
crisis de 2001-2002 como de nuevos ingresantes al mercado de trabajo, 
que en su mayoría son jóvenes y mujeres, y la reforma de los regímenes 
de trabajo doméstico y agrario.
 
 ¿Qué tan grande es?
Más allá del indicador tradicionalmente utilizado para trabajadores 
asalariados en los aglomerados urbanos cubiertos por la EPH identificado
 como empleo no registrado, nuestro estudio realizó una estimación de la
 informalidad para todos los trabajadores en el país, a partir del Censo
 de 2010 y otras fuentes. Esa estimación llega al 43,8 por ciento. Entre
 los asalariados (76 por ciento del total de los ocupados), la 
informalidad, medida como ausencia de registro de contribuciones a la 
seguridad social, rondaría el 38 por ciento, mientras que entre los 
trabajadores independientes (patrones y cuentapropistas) se ubicaría en 
el 58. En otras palabras, casi cuatro de cada diez trabajadores es 
informal.
 
 
Los ámbitos críticos en donde existe mayor informalidad corresponden
 al trabajo doméstico, al trabajo cuentapropista, al trabajo agrario 
(ámbito rural) y al empleo asalariado en la construcción y el comercio, 
magnificado en estos últimos dos casos, en términos de incidencia y de 
peso en el total del empleo no registrado, en los microestablecimientos.
 Asimismo, en sectores de actividad donde la incidencia del empleo 
informal es relativamente menor también existen ciertos segmentos en los
 cuales el fenómeno adquiere dimensiones relevantes, como es el caso de 
la industria de la indumentaria dentro del sector manufacturero.
 
 Desafío
El desafío actual consiste, por lo tanto, en continuar la senda de 
formalización. Todavía queda un largo camino por recorrer. Dos 
circunstancias particulares obligan a fortalecer y rediseñar la 
estrategia. Las tasas de crecimiento de la economía se han ralentizado y
 la informalidad ahora está centrada en algunos núcleos de más difícil 
formalización por sus características económicas y sociales.
 
 
No es sencillo. Persiste una estructura productiva y social 
heterogénea, la rotación laboral y la incidencia del cuentapropismo es 
alta y todavía hay segmentos de la población con déficit educativos y de
 calificaciones. La formalización del trabajo doméstico y de los 
trabajadores rurales requerirá de esfuerzos adicionales más allá de las 
nuevas regulaciones laborales. También se requieren cambios culturales 
que involucran a toda la sociedad. Estos cambios tienen que ver con el 
grado de tolerancia colectiva respecto de la informalidad, la 
precariedad laboral y la desigualdad. Por otra parte, se observa una 
alta informalidad en las pequeñas unidades económicas, ya sea porque son
 informales o porque corresponden a unidades económicas identificadas 
como monotributistas que llegan a tener a uno o dos empleados sin 
registrar. El régimen de monotributo requiere una reexaminación.
 
 
Al mismo tiempo, persiste fuertemente el empleo informal en empresas
 formales. La estimación de su incidencia es más compleja porque 
requiere de relevamientos especiales para detectar el grado de 
formalización que tiene la unidad económica en la que se desempeña el 
trabajador. Los relevamientos especiales realizados en el Gran Buenos 
Aires en 2005 y en el Gran Mendoza en 2009 mostraron que este tipo de 
informalidad representó el 30 por ciento y el 37 por ciento 
respectivamente del total de trabajadores informales. Debido a los 
avances alcanzados en los últimos años, seguramente las cifras actuales 
sean más bajas, aunque todavía distantes de un nivel aceptable de 
tolerancia, lo que reafirma la necesidad de priorizar políticas en esta 
área con la concurrencia no sólo del Ministerio de Trabajo sino también 
de los gobiernos provinciales y municipales, las organizaciones de 
empleadores y trabajadores y otros actores sociales.
 
 
Las estrategias futuras deben ampliar el desarrollo de programas 
sectoriales para reducir la informalidad laboral en áreas críticas como 
son los sectores de indumentaria, construcción y comercio, 
particularmente en los microestablecimientos. En cuanto al sector de 
indumentaria, sólo el 22 por ciento del empleo total correspondió a una 
relación de dependencia registrada en la seguridad social, mientras que 
el resto se componía entre empleo asalariado informal (45,5 por ciento 
del total) y empleo independiente (32,5). Estos datos contrastan con los
 del resto de la industria manufacturera, donde el peso del empleo 
asalariado formal es más de 30 puntos porcentuales mayor. Los vínculos 
laborales en esta industria se encuentran desdibujados, producto de que 
en la misma opera un elevado nivel de subcontratación.
 
 
Asimismo, en el sector de la construcción, los trabajadores que se 
desempeñan en pequeños establecimientos, por lo general, no trabajan 
directamente en obras en construcción, sino que realizan tareas que son 
fundamentalmente no registradas, como ser, la reparación, mejoras y 
ampliaciones en viviendas. Asimismo, existe un importante número de 
trabajadores que son contratados principalmente para realizar tareas de 
reparación en sus hogares. En 2012, del total de asalariados en la 
construcción que se desempeñaban en pequeños establecimientos, un 78,5 
por ciento realizaba sus tareas en el domicilio o local del cliente. 
Aquí el vínculo laboral no es estable, las tareas se realizan hacia el 
interior de las viviendas, dificultando más aún la registración y el 
control de los organismos competentes.
 
 
Por otra parte, tanto en el caso de los microestablecimientos del 
comercio y de la construcción como en el caso de la industria de la 
indumentaria, de acuerdo con los módulos especiales de informalidad 
anteriormente citados, el porcentaje de trabajadores que se desempeñan 
en unidades productivas informales supera ampliamente al promedio 
general, alcanzando el 90 por ciento en el caso de los 
microestablecimientos de la construcción. Esto impone mayores desafíos, 
dado que en estos casos, además de la formalización del vínculo laboral,
 también es preciso formalizar la actividad.
 
 
Por último, también, hay una dimensión territorial entre provincias y
 hacia el interior de las mismas que es importante considerar, dado que 
denota una de las dimensiones de la heterogeneidad de esta problemática:
 diversas capacidades productivas y disímiles estructuras del empleo
 
 
* Oficina Internacional del Trabajo (OIT).
			
				
			
			
			
			
			
						
 
Reducir la informalidad laboral es una de las áreas de importancia crítica para la Organización Internacional del Trabajo a nivel global. La informalidad tiene una gran incidencia en los países emergentes. Produce efectos negativos en el reconocimiento de derechos laborales y limita la efectividad de las estrategias de reducción de la pobreza. Los datos presentados en este artículo provienen de un estudio realizado por la oficina de país de la OIT para la Argentina: “Dónde, cómo y por qué se redujo la informalidad laboral en la Argentina durante el período 2003–2012”, cuyos autores son Fabio Bertranou, Luis Casanova y Marianela Saravia.
¿Qué es la informalidad?
La 
informalidad laboral es una manifestación de la presencia de economía 
informal y, como tal, afecta también la equidad, la eficiencia, la 
capacidad de recaudación del Estado, el alcance de la seguridad social, 
la productividad y el crecimiento. Todos estos motivos hacen necesario 
el abordaje integral del fenómeno. No se trata solamente de generar más 
inspección laboral o de ampliar incentivos para que los empleadores 
registren a sus trabajadores. Una estrategia de reducción de la 
informalidad debe contar con un marco económico e institucional que 
facilite la transición hacia la formalización, especialmente de las 
pequeñas unidades económicas donde ni la inspección ni los incentivos 
son aisladamente acciones suficientes. El aumento de la productividad y 
su conexión con las cadenas de valor son aspectos cruciales para la 
sostenibilidad y formalización de estas empresas y de sus trabajadores.
Cómo afecta el trabajo no registrado
Reducir la informalidad laboral es una de las áreas de importancia crítica para la Organización Internacional del Trabajo a nivel global. La informalidad tiene una gran incidencia en los países emergentes. Produce efectos negativos en el reconocimiento de derechos laborales y limita la efectividad de las estrategias de reducción de la pobreza. Los datos presentados en este artículo provienen de un estudio realizado por la oficina de país de la OIT para la Argentina: “Dónde, cómo y por qué se redujo la informalidad laboral en la Argentina durante el período 2003–2012”, cuyos autores son Fabio Bertranou, Luis Casanova y Marianela Saravia.
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