OLIGOPOLIOS, PYMES, PRODUCTIVIDAD Y TRABAJADORES
La distribución del ingreso dentro de los sectores 
del capital muestra fuertes asimetrías y refleja un aspecto importante 
de la puja distributiva.
Por Emilio Katz *
La puja distributiva nace con el modo de producción capitalista, en 
cuyo contexto (y en distinto grado según la correlación de fuerzas de 
cada etapa) obreros y patrones disputan las proporciones en que habrá de
 distribuirse la riqueza generada en el proceso productivo. El 
desarrollo y consolidación del capitalismo fue evidenciando un proceso 
de concentración de la riqueza cada vez más acentuado, en el que 
oligopolios y/o monopolios pasaron a controlar el poder económico y el 
poder político de los Estados. Si se analiza el caso de América latina, 
se observan dos situaciones diferentes. Por un lado, países como Chile y
 Colombia, donde obviamente hay puja distributiva y sin embargo los 
índices de inflación son relativamente bajos. Por el otro, los casos de 
Argentina y Venezuela, donde los índices son más altos. Es posible 
suponer que en los dos primeros es porque sus gobiernos tienen mayor 
afinidad ideológica con el poder económico, por no decir que representan
 sus intereses. En cambio, en Argentina y Venezuela, sus gobiernos, 
elegidos ambos por más del 50 por ciento del voto popular, son 
fuertemente resistidos por los grupos más concentrados de la economía y 
levantan el tema de la inflación (de la cual son los primeros 
responsables) como uno de los elementos centrales de sus reclamos.
Los aumentos salariales que se acuerdan en paritarias por sector 
repercuten en las estructuras de costos de las empresas de distinta 
manera:
- En las mipymes, donde se genera el 70 por ciento del empleo de 
mano de obra y el 40 por ciento del PBI y cuyo proceso productivo es de 
mano de obra intensivo, todo aumento salarial afecta la estructura de 
costos en un 25 por ciento aproximadamente.
- Por el contrario, en las grandes empresas monopólicas u 
oligopólicas, que producen con capital fijo intensivo y altos niveles de
 robotización, el aumento salarial repercute en un 5 por ciento en la 
estructura de costos. Este grupo de empresas tiene la capacidad de fijar
 precios a su arbitrio. Cada vez que estas empresas trasladan el aumento
 salarial a los precios por encima del 5 por ciento, obtienen una 
ganancia extraordinaria y es causal de inflación.
Es bueno recordar que cuando se dispuso la Asignación Universal por 
Hijo, la industria alimentaria, altamente concentrada, remarcó precios 
al instante sin ninguna modificación en su estructura de costos, 
capturando, así, una parte importante del subsidio. Veamos los 
indicadores “aproximados” que surgen de ese informe. Los “márgenes 
unitarios” de los productos del sector industrial descendieron un 10 por
 ciento desde 2002 a 2012. Con diciembre de 2001 como base 100, los 
salarios del sector privado registrado se encontraban en 2012 en 141,5 y
 los del sector privado informal en 123.
Estos indicadores, por sí solos, son insuficientes para sacar 
conclusiones. No es correcto asimilar un indicador de todo el sector 
industrial a una reducida cantidad de oligopolios y/o monopolios 
generadores de precios. No se toma en cuenta el fuerte incremento en la 
productividad de la mano de obra, que incide en una caída del salario 
por unidad, muy superior a la del “margen unitario”. Esa diferencia, que
 es apropiada por los sectores más concentrados, constituye una ganancia
 extraordinaria y es parte integrante de la puja distributiva.
La distribución del ingreso dentro de los sectores del capital 
muestra fuertes asimetrías y refleja un aspecto importante de la puja 
distributiva. Las empresas concentradas, fijadoras de precios, les 
imponen a las mipymes, vía precios de insumos, fuertes condicionamientos
 que disminuyen su rentabilidad.
En resumen, al cabo de diez años el PBI industrial se duplicó, 
creció el nivel de ocupación laboral, aumentó la productividad, mejoró 
el salario real. Al mismo tiempo, el proceso de concentración de la 
economía continuó profundizándose y un grupo pequeño de empresas, con el
 poder suficiente para fijar precios a su arbitrio, se fue quedando con 
parte de la riqueza generada en los diferentes eslabones de la cadena de
 valor, como también con parte del aumento a los jubilados y del 
subsidio universal por hijo por la vía de la remarcación lisa y llana de
 precios de aquellos productos que integran la canasta familiar, y con 
parte del valor resultante de la mayor productividad de la mano de obra.
La mejora en el salario real no les fue extraída a los oligopolios, 
sino que fue resultante de una mayor creación de valor, se volcó al 
consumo y actuó como dinamizador del mercado interno y por ende, de toda
 la actividad económica
* Economista, dirigente de Apyme y directivo de Caibyn.
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