Multitudinaria manifestación de rechazo a la reforma previsional:La masiva marcha que fue invisibilizada
Mientras
las piedras y la represión se llevaban la atención de los medios
masivos, organizaciones sociales y sindicales se movilizaron y colmaron
la Plaza del Congreso y sus alrededores. Los dirigentes destacaron que
“se amplió la base social de la protesta”.
Los
miles y miles de personas que se manifestaron casi no fueron mostradas
por los canales de TV, que se concentraron en los incidentes.
“No
se quejen... ¡Esto es un juego de niños!”, dice Beto López Camelo, ex
dirigente de los municipales de San Miguel, hoy devenido en profesor de
historia en un colegio secundario. Lo dice cuando en la plaza del
Congreso, con mucha gente a pesar de los choques con la policía que se
siguen produciendo contra las vallas, unos metros más adelante, varios
manifestantes comienzan a señalar hacia los pisos altos de un edificio
donde la policía abrió las ventanas para disparar desde la altura gases
lacrimógenos. “¿Qué no se queje quién?”. Pero López Camelo ya no
responde: acaba de caer cerca un cartucho de gas, y después otro. Desde
adelante llega una oleada: los manifestantes que están más cerca de las
vallas ya vienen retrocediendo en masa. “¡No corran! ¡Tranquilos!”,
gritan mientras retroceden. Todo el mundo sabe que en medio de una
corrida lo que no hay que hacer es correr.
El
problema son los gases. Las fuerzas de Seguridad tienen nuevas armas
que les permiten tirarlos a distancia, desde 60 o 70 metros. Si se riega
una plaza llena, habrá empujones para salir. Si se siguen tirando gases
durante varios minutos –los cartuchos caen en medio de las columnas que
tratan de retirarse–, lo que se produce es una avalancha.
Muchos logran salir por la Avenida de Mayo, pero las calles
paralelas a la avenida son angostas. Pronto hay escenas de ahogamiento:
personas que caen al piso y son pisoteadas, pánico. El dueño de un bar
de esta zona de embudo abre sus puertas cuando los vidrios parecen a un
paso de estallar por la presión humana. Una vez que los gases se
dispersan, la policía, desde atrás del vidrio, filma a los manifestantes
refugiados dentro. Después empiezan las detenciones.
Hasta ese momento, en la franja de plaza que bordea el
Congreso habían transcurrido dos horas de piedrazos contra una policía
que, a su vez, tiraba balas de goma y gases, a corta distancia. Jóvenes
con pulmones de 20, piernas de 20 y nada que perder cargaron contra el
vallado que se desplegó para el blindaje del Congreso. Los primeros
piedrazos comenzaron unos minutos después de las dos de la tarde, cuando
en la Cámara de Diputados se reunía el quórum para a sesionar.
Leandro Teysseire
Los canales de televisión lo mostraron
en directo, ya que todos sus móviles estaban instalados en el lugar. En
cambio, quedó invisibilizado lo que pasaba unos metros más atrás, sobre
gran parte de la plaza, donde los gremios y los movimientos sociales
permanecían en el lugar. Por la Avenida de Mayo, cubrieron desde la
mitad posterior de la plaza hasta la Avenida 9 de Julio. A su vez, por
la 9 de Julio hacia el Obelisco se extendieron por otras tres cuadras
más.
En la plaza o sus cercanías, hasta la avanzada policial que
gaseó toda la zona, permanecieron también sus dirigentes: entre ellos,
Héctor Amichetti (Gráficos), Sergio Palazzo (Bancarios), Omar Plaini
(Canillitas).
–¿Por qué se quedan? –le preguntó PáginaI12
al titular de la Federación Gráfica, que en uno de los canteros se
mantenía con su columna, a pesar de que radios y canales sólo hablaban
de grupos violentos. Las transmisiones en vivo de los choques ya
llevaban más de una hora.
–Para mantener esto, que es una expresión de las
organizaciones sindicales y sociales contra la reforma. Hay que sacar
esa idea de que lo que está protestando es el activismo- dijo
Amichetti.
Sobre la Avenida de Mayo, casi llegando a la 9 de Julio, estaban los Bancarios, con Sergio Palazzo.
–¿Cómo ve esto que pasa?
–Se amplió la base social de la protesta –contestó el
dirigente–. Es lógico que haya reacción frente lo que es un paquete de
leyes insensible, que implica un despojo a los sectores más vulnerables.
Por eso nos vamos a quedar a pesar de que haya represión.
Otros gremios que movilizaron: sectores de la CGT, como la
Unión Obrera Metalúrgica, con sus seccionales del conurbano y San
Lorenzo; delegaciones de las regionales cegetistas, como la de Rosario;
todos los gremios de la Corriente Federal (bancarios, gráficos, docentes
del Sadop, curtidores); los gremios de las dos CTA, como Ctera,
Asociación de Trabajadores del Estado, el sindicato del Neumático, entre
otros; también seccionales de Luz y Fuerza, del Sipreba (trabajadores
de prensa), taxistas (los de la CTA), los telefónicos, ladrilleros,
aceiteros, entre otros.
Marchó también todo el arco de los movimientos sociales
–completo– y el movimiento cooperativo –aquí hay que listar desde las
empresas recuperadas del MNER hasta las cooperativas de trabajo nacidas
de los programas de construcción de viviendas, creadoras de la CNCT–.
***
Con el antecedente de la represión del jueves, la gente fue a
la marcha mucho más organizada. Esto se vio en que armaron columnas
acordonadas, listaron a los integrantes de cada grupo, designaron
encargados de centralizar la información y abrieron grupos de WhatsApp.
Esto fue algo generalizado.
A las 10 de la mañana, en la estación San Martín, Caseros:
un grupo de Pueblo Unido (organización barrial que integra la CTEP) se
junta en el andén esperando el tren. Antes de la partida, un referente
reúne a todos y explica: “Esta marcha es diferente a las que venimos
yendo. Los que estuvieron el jueves vieron la represión: se llevaron
detenidos, tuvimos corridas, nos desorganizamos. Hoy tenemos que
mantenernos juntos, no separarnos ni empezar a correr para cualquier
lado. Hicimos un listado, si alguien se pierde hay que avisar enseguida.
Pero, sobre todo, no corran. Vamos todos y volvemos todos juntos”.
***
La argumentación que atribuye los choques con la policía a
“infiltrados” es un discurso fácil, además de contagioso, pero tiene
poco que ver con la plaza real. Aquí viene el difícil trabajo de
explicar lo que se podía ver sin la intermediación de las pantallas: los
tiradores de piedras contaron todo el tiempo, a pocos metros, con la
permanencia de los gremios y movimientos sociales. Nadie en la plaza se
escandalizó por estos choques. Las columnas de manifestantes se
acordonaron, corrieron a sus integrantes unos pasos más atrás y cuando
pudieron, trataron de recuperar terreno, de nuevo hacia el vallado.
Algunos testimonios tomados entre estos sectores –los de los
piedrazos–, en palabras de protagonistas que aquí se evitará
identificar:
“Hoy seguramente a la reforma la van a aprobar y van a estar
sesionando por varias horas. Para nosotros, la mayoría de la cúpula ya
arregló. Ya hicieron sus cuentas, se quedan con menos afiliados pero les
cierran los números, no van a plantarse. Por otro lado, este no es un
Gobierno como los anteriores, que no podían sostenerse sin un cierto
grado de consenso, pongamos el caso de (Fernando) De la Rúa. Lo que se
viene es sostener los reclamos hasta que se arme una nueva camada de
dirigentes”.
Otro: “Estos son pibes duros, curtidos, pero además en los
barrios hay toda otra cabeza. No son el papeo del 2001, cuando tenían
bronca pero no sabían ni lo que pensaban”.
Como a medida que pasaban las horas el clima se caldeó,
buena parte de los gremios se alejó unas cuadras y esperó en la Avenida 9
de Julio. Tenían la intención de reagruparse y volver a entrar en la
plaza, pero luego se desató el operativo policial de “barrido”, con
gases de toda la zona.
Así fue la desconcentración, en medio de choques que se
trasladaron y siguieron por varias horas, hasta entrada la noche, hacia
el Bajo.
Fuente:Pagina/12
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