Michael Roberts
17/03/2018
La reciente apertura de una nueva tienda de Amazon en el sótano de su sede de Seattle ha ha vueto a abrir el debate  sobre si la expansión de los robots y la IA acabarán con el empleo.
En
 la tienda, que es claramente un almacén 'piloto', los clientes entran, 
escanean sus teléfonos, escogen lo que quieren de los estantes y salen 
de nuevo. No hay cajas o cajeros. En su lugar, los clientes primero 
descargan una aplicación en sus teléfonos inteligentes y las máquinas en
 la tienda identifican al cliente y lo que coge de los estantes. Un 
minuto o dos después de salir de la tienda, los clientes reciben una 
factura en sus teléfonos de los artículos que han comprado. Este 
desarrollo del comercio minorista 'automático' refleja otras 
automatizaciones: en las oficinas, los automóviles sin conductor, en la 
asistencia social y en la toma de decisiones.
¿Significa esto que los seres humanos pronto serán totalmente reemplazados por máquinas inteligentes y algoritmos?  En notas anteriores
 he esbozado unas previsiones del número de empleos que se perderán como
 consecuencia de los robots en la próxima década. Parece enorme: y no 
sólo empleos manuales en las fábricas, sino también los llamados 
trabajos de cuello blanco en el periodismo, la banca y hasta los 
¡economistas!
Los tecno-futuristas piensan los robots pronto 
reemplazarán a los humanos. Pero creo que corren antes de poder andar. O
 para ser más exactos, hasta ahora, los robots no pueden correo o 
compararse con los seres humanos. Se trata de la 'paradoja de Moravec’, a
 saber, que “es relativamente fácil hacer que las computadoras funcionen
 a nivel comparable con un adulto en pruebas de inteligencia o jugando, 
pero es difícil o imposible darles las habilidades de un niño de un año 
de edad cuando se trata de percepción y movilidad” (Moravec). Los 
algoritmos pueden decidir si invertir o no en nombre de un fondo o de un
 banco, pero un robot ni siquiera puede devolver una pelota de tenis, y 
mucho menos vencer a un jugador humano. De hecho, el desarrollo de los 
robots se dirige más hacia los 'cobots', que actúan como una extensión 
del trabajador, en las fábricas haciendo el trabajo pesado y en los 
hospitales y la atención social para el diagnóstico. Pero no reemplaza 
directamente a los trabajadores.
El debate en la teoría económica 
convencional es si 'tecnología' va a crear más empleos de los que 
destruye. Después de todo, según este argumento, la nueva tecnología 
puede eliminar determinados puestos de trabajo (como los tejedores 
manuales a principios del siglo XIX) pero crear otros nuevos (como las 
fábricas textiles).
Paul Krugman ha propuesto un experimento mental.  En el célebre ejemplo de Krugman,
 se imagina que hay dos bienes, salchichas y bollos de pan, que luego se
 combinan uno por uno para hacer perritos calientes. 120 millones de 
trabajadores se dividen por igual entre las dos industrias: 60 millones 
de fabricantes de salchichas, otros 60 millones de bollos de pan, y 
ambos grupos tardan dos días para producir una unidad de producto.
Supongamos
 ahora que una nueva tecnología duplica la productividad en las 
panaderías. Se necesitan menos trabajadores para hacer bollos, pero este
 aumento de la productividad implica que los consumidores obtienen 33% 
más perros calientes. Con el tiempo, la economía cuenta con 40 millones 
de trabajadores que hacen bollos y 80 millones de charcuteros. En el 
ínterin, la transición podría provocar desempleo, sobre todo si la 
capacitación de los trabajadores es muy específica en la industria de la
 panificación. Pero a largo plazo, un cambio en la productividad 
relativa reasigna en lugar de destruir empleo.
La historia de los 
cajeros físicos en los banco frente a los cajeros automáticos (ATM) es 
otro ejemplo de como una innovación tecnológica puede reemplazar por 
completo el trabajo humano para una tarea en particular. ¿Condujo a una 
caída masiva en el número de empleados de caja de banco? Entre los años 
1970 (cuando se instalaron por primera vez los cajeros automáticos en 
EEUU) y 2010  el número de empleados de caja de los banco se duplicó.
 La reducción del número de empleados de caja por sucursal hizo más 
barata su gestión, por lo que los bancos ampliaron sus redes de 
sucursales. Y el papel de sus empleados evolucionó gradualmente del 
manejo de efectivo de caja a  las relaciones con los clientes.
Esa
 es la visión optimista. Pero incluso entonces, como señaló Marx con el 
auge de las máquinas en el siglo XIX, la pérdida de puestos de trabajo 
en un sector y su reconstrucción en otro no es un proceso continuo de 
cambio. Como dijo Marx: “Los hechos reales, que el optimismo de los 
economistas disfraza, son los siguientes: los trabajadores, que han sido
 expulsados del taller por la maquinaria, son arrojados al mercado de 
trabajo. Su presencia en el mercado de trabajo aumenta el volumen de la 
fuerza de trabajo que está disponible para la explotación capitalista 
... el efecto de la maquinaria, que ha sido presentado como una 
compensación para la clase obrera, es, por el contrario, un flagelo 
terrible. Por el momento, sólo voy a decir esto: los trabajadores que 
han sido expulsados de su trabajo en una rama determinada de la 
industria pueden sin duda buscar empleo en otro sector ... incluso si lo
 encuentran, ¡a que perspectiva tan desgraciada se enfrentan! Lisiados 
como están por la división del trabajo, estos pobres diablos valen tan 
poco fuera de su viejo oficio que no pueden colocarse en otras 
industrias, excepto en algunas ramas inferiores y por lo tanto saturadas
 y mal pagadas. Además, todas las ramas de la industria atraen cada año 
una nueva corriente de hombres, que suministran un contingente para 
cubrir las vacantes, y permitir la expansión. Tan pronto como la 
maquinaria ha liberado una parte de los trabajadores empleados en una 
determinada rama de la industria, los hombres de reserva también son 
desviados hacia nuevos canales de empleo, y son absorbidos en otras 
ramas; Mientras tanto, las víctimas originales durante el período de 
transición, en su mayor parte, mueren de hambre y perecen”.  Grundrisse.
Además
 está la rentabilidad de la tecnología. Los robots no serán utilizados 
ampliamente a menos que puedan ofrecer más beneficios para los 
propietarios e inversores de aplicaciones robóticas. Pero más robots y 
menos mano de obra humana relativamente significará menos valor relativo
 creado por unidad de capital invertido, porque, según la ley del valor 
de Marx, sabemos que el valor (tal como se incorpora en la venta de la 
producción con fines de lucro) sólo se crea mediante la fuerza de 
trabajo humana. Y si esta disminuye relativamente en relación a los 
medios de producción empleados, entonces hay una tendencia a la caída de
 la rentabilidad. Por lo tanto, la expansión de los robots y la IA 
aumenta la probabilidad y la magnitud de las crisis de rentabilidad. Así
 que es muy probable que se intensifiquen las depresiones en la 
producción capitalista se intensifiquen en la medida en que las máquinas
 reemplazan cada vez más mano de obra. Esta es la gran contradicción del
 capitalismo: el aumento de la productividad del trabajo gracias a más 
máquinas reduce la rentabilidad del capital.
La teoría económica convencional o bien niega la ley del valor o la ignora. Ya en 1898, el economista neorricardiano Vladimir Dmitriev,
 con el fin de refutar la teoría del valor de Marx, presentó una 
economía hipotética en la que las máquinas (robots) lo hacían todo y no 
había trabajo humano. Argumentó que aún así habría un enorme excedente 
producido sin la mano de obra, por lo que la teoría del valor de Marx 
era erronea.
Pero el experimento mental de Dmitriev es irrelevante
 porque él y otros economistas convencionales no entiende el valor en el
 modo de producción capitalista. El valor de una mercancía para la venta
 es doble: hay un 'valor de uso' físico en el bien o servicio vendido, 
pero también hay un 'valor de cambio' en dinero y beneficio que debe 
realizarse en la venta. Sin esta última, la producción capitalista no 
tiene lugar. Y sólo la fuerza de trabajo crea dicho valor. Las máquinas 
no crean ningún valor (beneficio) sin los humanos que has hacen 
funcionar. De hecho, la economía hipotética de la abundancia de Dmitriev
 ya no sería capitalista porque no habría ningún beneficio para los 
capitalistas individuales.
Y esta es la gran contradicción del 
capitalismo. Como las máquinas reemplazan a la fuerza de trabajo humana,
 bajo el capitalismo, la rentabilidad cae incluso si la productividad 
del trabajo se eleva (se producen más mercancías y servicios). Y la 
caída de la rentabilidad va a distorsionar periódicamente la producción 
de los capitalistas individuales, ya que sólo emplean mano de obra y 
máquinas para obtener beneficios. Así que las crisis se intensificarían 
mucho antes de llegar al mundo hipotético de los robots de Dmitriev.
¿Pero
 qué hacer frente a la perdida de empleos por los robots? Algunos 
economistas liberales hablan de un 'impuesto a los robots'. Pero su 
efecto sería ralentizar la automatización, algo poco progresista a la 
hora de reducir trabajo. La idea de la renta básica universal (RBU) 
continúa ganando atracción entre los economistas, tanto de izquierda 
como convencionales.  He analizado los méritos y deméritos de la RBU antes. (1)
 La RBU es defendida por muchos estrategas económicos neoliberales como 
una forma de reemplazar el 'estado de bienestar' (sanidad gratuita, 
educación y pensiones dignas) por un ingreso básico. Y hay quién la propone para mantener bajos los salarios de quienes trabajan. Un
 buen nivel de renta básica sería demasiado costoso para el capitalismo.
 E incluso si la RBU fuese conquistada por los trabajadores mediante su 
lucha, seguiría sin resolver la cuestión de quién posee los robots y los
 medios de producción en general.
Una alternativa más interesante, en mi opinión, es la idea de los servicios básicos universales
 es decir, lo que se llaman bienes y servicios públicos, gratuitos en el
 punto de uso. Una sociedad súper abundante es, por definición, una 
donde nuestras necesidades están cubiertas sin trabajo y sin explotación
 es decir, una sociedad socialista. Pero la transición a una sociedad de
 este tipo puede comenzar dedicando trabajo socialmente necesario a la 
producción de las necesidades sociales básicas como la educación, la 
salud, la vivienda, el transporte y los alimentos básicos y equipo.
¿Por
 qué utilizar recursos para dar a todos una renta básica para comprar 
estas necesidades sociales; ¿por qué no hacer que sean de libre acceso 
en el punto de uso? En lugar de separar a las personas que no trabajan 
de aquellas que trabajan con subvenciones de ingresos, necesitamos 
construir su unidad en el trabajo mediante la reducción de las horas de 
trabajo y la ampliación (gratis en uso) de los bienes y servicios 
públicos para todos.
Por supuesto, esto requiere que la mayoría 
posea y controle los medios de producción y la planificación de la 
aplicación de esos recursos a las necesidades sociales, no al beneficio 
de unos pocos. Los robots y la IA se convertirían entonces en parte del 
avance tecnológico que haría posible una sociedad súper abundante.
(1) Nota de la redacción: Una contestación de Alejandro Nadal y Daniel Raventós a las críticas de M. Roberts sobre la RB puede leerse en http://www.sinpermiso.info/textos/sentido-y-justicia-de-la-renta-basica.
 Otros artículos publicado en Sin Permiso en respuesta a críticas 
similares a la RB como las expuestas por M. Roberts pueden leerse entre 
muchos otros en: http://www.sinpermiso.info/textos/sobre-algunas-criticas-a-la-renta-basi... y http://www.sinpermiso.info/textos/la-renta-basica-incondicional-una-prop...
Fuente:Sinpermiso 
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