Ayer,
 cuatro trabajadoras sociales y una abogada que atienden a mujeres 
víctimas de violencia de género recibieron la notificación de que sus 
contratos no serían renovados. Todas ellas habían participado de 
diferentes medidas para denunciar la precarización laboral. Desde ATE lo
 consideraron un intento más de disciplinamiento.
Las cinco trabajadoras despedidas de la Línea 144. 
Imagen: ATE Derechos Humanos
Imagen: ATE Derechos Humanos
Cuatro
 trabajadoras sociales y una abogada de la Línea 144 de atención a casos
 de violencia de género en la provincia de Buenos Aires fueron 
despedidas “por participar de medidas de fuerza”. Esa habría sido la 
explicación que, según la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), 
les dio la funcionaria que las notificó de que sus contratos no serían 
renovados. El gremio denuncia un “intento de disciplinamiento” ante la 
seguidilla de medidas de fuerza que se llevan a cabo ante un intento de 
“desarticulación de las políticas de género” por parte de la 
administración de María Eugenia Vidal.
La decisión de no renovarles el contrato que hace un año y medio las 
unía a la Subsecretaria de Género y Diversidad les fue comunicada ayer 
por la autoridades del Departamento de Legales. Según contó a Página/12
 la delegada de ATE Cintia Nucifora, “está claro que la decisión se 
enmarca en la persecución gremial” desatada por la administración 
provincial en distintos frentes.

ATE Derechos Humanos
Tal como Vidal lo hizo con los docentes al 
descontarle los días de paro, a los trabajadores de la Secretaría de 
Derechos Humanos también se restó del salario mensual los dos días de 
huelga a los que adhirieron el mes pasado tras la doble convocatoria de 
ATE, una a nivel provincial y otra a nivel nacional.
Los reclamos en Género y Diversidad no son nuevos. “Desde hace un año
 y medio venimos reclamando el pase a planta permanente de los 
compañeros contratados y la estatización del servicio del 144”, explicó 
Nucifora. Durante ese tiempo hubo distintas instancias de diálogo, pero 
ante “la falta de respuesta”, se acrecentaron las retenciones de tareas y
 otras varias medidas de protesta. Las cinco trabajadoras a las que no 
se les renovó el contrato participaron de todas ellas.
La Línea 144 es la puerta de entrada para que víctimas de violencia 
de género encuentren un lugar adonde recurrir. Allí no solo cuentan su 
caso y dejan registro de la denuncia inicial, sino que el objetivo es 
que a partir de la llamada sean derivadas a alguna otra dependencia del 
Estado para recibir protección y contención.
Sin embargo, el servicio de la línea está virtualmente tercerizado. 
Las contrataciones son hechas por Provincia Net, una empresa de Banco 
Provincia, y el 90 por ciento del personal está contratado en el marco 
de la Ley de Emergencia provincial. “Los contratos se les renuevan cada 
tres meses y muchos vencen este jueves”, alertó la delegada.
Las medidas de fuerza de las trabajadoras que fueron despedidas 
denunciaban esa modalidad. “Es otro intento de disciplinamiento. Este 
mes, por primera vez, nos descontaron los días de paro y por lo visto no
 hay intenciones de blanquear a los precarizados”, señaló Nucifora. 
Además, las modalidades de control aumentaron. “A las chicas les 
controlan el tiempo y las veces que van al baño y hasta se les toma el 
tiempo en que tardan en hacer un registro de intervención” tras un 
llamado de una víctima.
“Lo que también preocupa –agregó- es que se trata
 de personas que fueron seleccionadas por tener experiencia en la 
temática de violencia de género. Además, tuvieron capacitación para 
ingresar al 144 y son un recurso humano muy importante.”
Para la representante de ATE, que también se desempeño en esa área, 
la cuestión de fondo es más grave. “Se le está cambiando el carácter a 
la política de género”, agregó la delegada y explicó las razones: “No 
buscan herramientas para que el Estado brinde una mejor atención a las 
mujeres. Su lógica es ‘mostremos que estamos atendiendo y que 
respondemos llamadas’”.
“El programa de atención contra la violencia de la mujer no tiene que
 ser un call center que toma reclamos. Hay que escuchar a la mujer, 
comprenderla, contextualizar el caso, ver qué tipo de violencia sufrió, 
evaluar el riesgo y ver qué medidas se pueden tomar para una posterior 
intervención”, enumeró. Sin embargo, concluyó, “esa no pareciera ser la 
prioridad”.

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