El caballo de Troya del nuevo empleo:Debate sobre la flexibilización laboral a partir de los cambios que introduce la tecnología
Nicolás Trotta, Héctor Daer, Marta Novick, Eduardo Levy-Yeyati, Yasmin Fahimi y Dorte Wollrad en la UMET.
Imagen: Guadalupe Lombardo
Imagen: Guadalupe Lombardo
El
debate sobre “el empleo del futuro” es una discusión sobre las
relaciones laborales actuales. Las especulaciones que a priori parecen
de ciencia ficción en realidad ponen en cuestión los sistemas
regulatorios laborales vigentes, tal como se observó en la reforma
laboral francesa, la de Brasil y que impulsa Cambiemos. Esa conclusión
puede desprenderse del debate sobre el recorrido del empleo en los
próximos años del cual participaron Héctor Daer, miembro del triunvirato
de la CGT; Eduardo Levy-Yeyati, decano de la escuela de gobierno de la
Universidad Di Tella; Marta Novick, directora del Citra-UMET y Yasmin
Fahimi, diputada nacional socialdemócrata de Alemania y ex viceministra
de Trabajo. Desde el público, se sumó el ex ministro de Trabajo, Carlos
Tomada. El encuentro tuvo lugar en la Universidad Metropolitana para la
Educación y el Trabajo (UMET).
La cuarta revolución industrial está basada en la inteligencia
artificial y las telecomunicaciones. De ahí surgen las especulaciones
sobre qué empleos podrían sobrevivir y cuáles no. Pero además, hay una
ola creciente de “viejos empleos” bajo nuevas relaciones laborales, como
el caso de Uber y las plataformas web que ofrecen servicios a través de
trabajadores independientes. Es decir, el debate no es sólo entre lo
nuevo y lo viejo sino entre los sistemas laborales de lógica colectiva y
los vínculos laborales individuales, que son nuevos pero también
“viejos”–previos al sindicalismo–. Esto viene engendrando un núcleo de
tensión entre los sistemas de protección del trabajo fruto de las luchas
obreras del siglo XIX y XX y la desregulación característica de los
nuevos modelos de organización que muchas veces busca instalar como un
fruto del progreso.
La diputada alemana Fahimi evaluó que “la flexibilización es
acompañada por una promesa de mayor libertad y autonomía. Pero se
incrementó la ocupación atípica, los tercerizados, empleados por
agencia, actividades de mini empleo y a medio tiempo. Desde el gobierno
dicen que hay más trabajo, pero hay que considerar el incremento de la
precariedad laboral, el deterioro del salario real y de la seguridad
social”. “Necesitamos contar con una construcción institucional con
cierta flexibilidad pero acotada y acordada con los sindicatos y los
empleadores. Además, los trabajadores en este tipo de relaciones
laborales precarias deberían obtener ciertas contraprestaciones, como un
salario más alto, más días de vacaciones, más capacitación o mejor
prevención de la salud”, agregó Fahimi.
Eduardo Levy-Yeyati indicó que “hay un fuerte proceso de
des-salarización que hace reducir la participación del trabajo
asalariado de convenio sobre el trabajo total. Cuando el trabajo se
vuelve fluido y la rotación aumenta, los sindicatos por rama pierden
claridad. El trabajador móvil tiene que ser protegido y compensado, el
Estado debe acompañar más al trabajador que al puesto de trabajo. Un
ejemplo es la industria de la construcción”. La reforma laboral
presentada por Cambiemos, que ahora el oficialismo busca reimpulsar,
contempla la creación de un fondo de cese laboral, que opera en la
industria de la construcción. Consiste en un sistema por el cual los
aportes patronales suman un fondo que se utiliza como resarcimiento al
momento del despido sin causa. Este esquema está pensado para la
construcción a causa de la su inestabilidad característica.
Daer salió al cruce. “El convenio marco por actividad es el único
instrumento de equidad regional que queda en la Argentina. Esto no
quiere decir que no haya avances en las negociaciones colectivas a
través de anexos a las actividades marco. Hay que generar las
condiciones sociales y laborales para que la tecnología no nos lleve por
delante y deje cada vez a más personas marginadas del sistema
productivo. La ‘uberización’ es creciente en Europa y en Estados Unidos y
se basa en el contrato laboral ‘hora-cero’, que es una divisoria de
aguas para las asociaciones sindicales. Se trata de una relación no de
dependencia sino de disponibilidad”. El núcleo de la reforma laboral
brasileña, mucho más profunda que la presentada por Cambiemos, es el
contrato laboral intermitente, que va en el sentido al que apuntó Daer.
Levy-Yeyati respondió que “si no hacemos nada, es probable que el
sistema nos derive hacia una sociedad dual –integrados y marginados–,
aunque la historia muestra que las sociedades reaccionaron, como con la
sindicalización y la jubilación en el siglo XX. Pero el sindicato por
rama ha sido adverso a discutir nuevas modalidades. No podemos pensar
inercialmente, hay que ser mas creativos, ver dónde cede cada uno”.
Tomada respondió que “se plantea como que todo es inexorable. Lo que
falta es la dimensión política. Si otros procesos tuvieron distinta
respuesta es porque el contexto político era distinto. El sistema
reaccionó muy distinto con la introducción de la tecnología en el siglo
XIX en relación al siglo XX”.
Yasmin Fahimi coincidió en que “el mercado no va a poder manejar
exitosamente esta transformación. Hay que compensar la diferencia entre
el trabajo y el capital”. En tanto, Nicolás Trotta, rector de la UMET,
consideró que “en la actual ola neoliberal, los procesos económicos son
administrados por el mercado y las consecuencias son previsibles”.
Levy-Yeyati advirtió que el avance de la negociación salarial individual
“no es sólo un problema moral sino que afecta al funcionamiento del
sistema capitalista”. Marta Novick dijo que “no hay un determinismo
tecnológico, se requiere de instrumentos y regulaciones definidos por
las sociedades”.
Fuente:Pagina/12
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