Fernando Luengo  
A menudo se afirma que la clave de la ganancia competitiva de la
 economía alemana reside en la política de represión salarial, llevada a
 cabo primero por la administración de Gerhard Schröder y después por 
los diferentes gobiernos presididos por Angela Merkel. El objeto de las 
páginas que siguen a continuación es verificar si, en efecto, ese ha 
sido el nudo gordiano de la ventajosa posición de Alemania en los 
mercados europeo y global.
Como veremos, la represión salarial 
–claramente injusta para los trabajadores alemanes que la padecieron e 
insolidaria para el resto de socios que forman parte de la Unión 
Económica y Monetaria (UEM)- ha proporcionado un plus competitivo a la 
economía de Alemania, que precisamente se caracteriza por tener un 
marcado perfil exportador. Sugiero, sin embargo, un planteamiento algo 
más fino y matizado al respecto.
Alguna precisiones conceptuales y
 metodológicas, antes de entrar en materia. La primera de ellas es que 
el análisis del comportamiento seguido por los salarios, y su incidencia
 en la competitividad externa de Alemania, la realizaré tomando como 
referencia la evolución de los costes laborales unitarios nominales 
(CLUn). Este indicador relaciona la compensación media nominal por 
empleado –esto es, contabilizando el aumento de los precios- y la 
productividad del trabajo real (Producto Interior bruto, PIB, real por 
trabajador o por hora trabajada). A partir de la información 
proporcionada por ese agregado, procederé a presentar –y a valorar- las 
pautas seguidas por las variables que lo integran.
La segunda de 
las precisiones es que, siendo consciente de las diferentes acepciones 
del término “competitividad externa” y de las controversias surgidas 
alrededor de su utilización para calibrar el éxito de una economía (y 
mucho más todavía, su sostenibilidad), está situado en el epicentro de 
mi interpretación. Mido la posición competitiva de la economía alemana 
atendiendo a su cuota exportadora –posición relativa con respecto a sus 
competidores- y su saldo de la balanza comercial.
En tercer lugar,
 si bien a modo introductorio me refiero al conjunto de la economía 
alemana, ceñiré el análisis en la industria manufacturera, que comparo 
con la trayectoria seguida por el sector servicios. Y lo haré porque, 
según los datos suministrados por Ameco, a pesar de representar una 
pequeña parte del PIB total (el 20,5% de promedio entre 2000 y 2007), 
aportaba en esos años el grueso de las exportaciones. El 86% de las 
mismas estaba formada por bienes; en su mayor parte, cerca del 90%, eran
 manufacturas (los servicios solo suponían el 14% de la cifra total de 
las ventas exteriores). Si la estrategia exportadora y el saldo 
comercial excedentario de la balanza de pagos de Alemania se ha 
sostenido especialmente en la producción manufacturera, parece razonable
 acotar el análisis de las variables que determinan su estatus 
competitivo en esta industria.
En cuarto lugar, centro mi análisis
 en el período comprendido entre 2000 y 2007; esto es, en la primera 
fase de funcionamiento de la UEM, cuando Alemania reforzó su liderazgo 
comercial frente a sus competidores. Entre ambos años, este país 
experimentó un intenso crecimiento en el saldo excedentario de su 
balanza comercial (medido en euros, como proporción al PIB), que pasó 
desde el 0,3% en 2000 hasta el 6,6% en 2007.
Represión salarial…y más
Represión salarial…y más
La
 prueba del algodón del duro ajuste salarial llevado a cabo por la 
economía alemana lo encontramos, en una primera aproximación, en la 
evolución de los CLU (figura I); entre 2000 y 2007, retrocedieron un 
1,7%. El contrapunto está en las economías de la periferia meridional; 
así, en España aumentaron un 26,2%, en Portugal, un 17,1%, en Grecia, un
 27,8 y en Italia, un 22,2% (Ameco). ¿Cómo han evolucionado en Alemania 
los CLUn en la industria manufacturera? ¿Hay diferencias apreciables 
respecto al comportamiento seguido en el sector servicios? ¿La variable 
central de ajuste ha sido en ambos sectores los salarios? ¿En una 
magnitud similar?
Fuente: Ameco.
Ameco
 permite abordar esa comparación en la evolución seguida por las 
manufacturas y los servicios a partir de los Costes Salariales Unitarios
 Nominales (CSUn). Pues bien, estos disminuyeron con fuerza en la 
producción manufacturera, un 11,6%, mientras que en los servicios esa 
disminución fue sólo de un 1,7%. Para entender trayectorias tan dispares
 es necesario detenerse en las variables que determinan la evolución de 
esta ratio en ambos sectores (cuadro 1).
En la industria 
manufacturera, la compensación promedio por empleado, expresada en 
términos nominales, avanzó un 14,2% en el conjunto del periodo. Dado que
 el índice de precios al consumo lo hizo en un 12,7%, la capacidad 
adquisitiva de los salarios conoció un moderado aumento; en cuanto al 
deflactor del valor añadido bruto manufacturero, indicador más relevante
 para valorar lo ocurrido con la competitividad precio del sector, 
apenas supera el 1% en el conjunto del periodo.
Una
 visión más desagregada permite apreciar que las ramas manufactureras de
 medio y alto contenido tecnológico –que, como veremos a continuación, 
han sostenido el empeño exportador- han experimentado alzas salariales 
más pronunciadas, varios puntos porcentuales por encima del IPC. Así por
 ejemplo, según Eurostat, en la fabricación de material eléctrico y 
óptico y de equipo de transporte los costes laborales por hora trabajada
 aumentaron, respectivamente, un 16,6% y un 24,6%.
En el sector 
servicios se observa un comportamiento distinto. El aumento de la 
compensación nominal por empleado fue mucho más modesto, un 5,8%, lo que
 implicó una sustancial pérdida de capacidad adquisitiva de los 
trabajadores. Parece claro que la presión sobre los costes laborales en 
la esfera de los servicios, y su incidencia en los precios finales, ha 
favorecido la competitividad externa de la industria manufacturera, en 
la medida en que los conglomerados empresariales que operan en este 
sector, especialmente los de mayor contenido tecnológico, los consumen 
para generar su output. Al adquirirlos a un coste más reducido, gracias a
 los ajustes salariales llevados a cabo, la competitividad precio de las
 exportaciones fabriles ha mejorado.
En las manufacturas, el 
verdadero ajuste, más que en los salarios, se ha registrado en la 
productividad del trabajo –medida como el valor añadido bruto a precios 
de 2010 por persona empleada-, que creció entre 2000 y 2007 un 28,6%. 
Tan positivo balance se explica, en primer lugar, por el progreso del 
PIB (21,7% nominal y 19,5% real). En paralelo, se ha asistido a una 
notable contracción del empleo, que retrocedió un 7,1%; la jornada de 
trabajo –resultado de dividir el número de horas trabajadas y el volumen
 de empleo- registró en el conjunto del periodo un leve retroceso (EU 
KLEMS, Groningen Growth and Development Centre).
En el sector 
servicios se aprecia un panorama con tonalidades algo diferentes. 
También aquí creció la productividad del trabajo, pero en un porcentaje 
sustancialmente más bajo que el registrado en la esfera manufacturera, 
un 6,2%. Si tenemos en cuenta los factores que están detrás de esa 
evolución, encontramos que el PIB sectorial (el numerador del indicador)
 nominal creció un 19,5% y el real un 12,8%; en la misma dirección que 
en las manufacturas, pero con menos vigor. En cuanto al empleo, a 
diferencia de lo ocurrido en la industria manufacturera, aumentó un 
6,1%.
El resultado conjunto de la moderación salarial y la 
destrucción de puestos de trabajo en la industria manufacturera ha sido 
una caída sustancial en los costes laborales unitarios reales (CLUr) y 
de la participación de los salarios en el valor añadido manufacturero, 
un 12,2% y un 8,6%, respectivamente.
No hay que perder de vista, 
en todo caso, que el potencial exportador de la economía alemana se 
alimenta, sobre todo, de empresas y producciones de medio-alto y alto 
contenido tecnológico y en actividades de gama alta. En este sentido, la
 información proporcionada por la UNCTAD pone de manifiesto el destacado
 papel de la industria de maquinaria y equipo de transporte (capítulo 7 
de la SITC) que aportó cerca de la mitad de todas las ventas al mundo 
(unos diez puntos porcentuales más que en nuestra economía). Resulta 
todavía más revelador el positivo papel de las industrias más 
sofisticadas en el saldo excedentario de la balanza comercial (figura 
II).
Tampoco
 hay que pasar por alto que las corporaciones alemanas han situado una 
parte importante de su cadena de creación de valor en las economías 
procedentes del mundo comunista, convertidas una parte de ellas en 
socios comunitarios. En estos países –cercanos geográficamente y bajo su
 esfera de influencia- la atracción de inversiones extranjeras directas y
 la integración en las redes globales de suministro han sido piezas 
claves de sus políticas económicas, orientadas a la modernización de las
 estructuras productivas y comerciales.
Valga como ejemplo el 
rápido aumento de las inversiones realizadas en Eslovaquia, Hungría, 
Polonia y República Checa, los principales focos de interés de las 
empresas alemanas en la región; según la OCDE, las entradas de capital 
en estas cuatro economías más que se duplicaron entre 2000 y 2007, hasta
 alcanzar alrededor de los 9000 millones de dólares, absorbiendo cerca 
de un 10% de todas las inversiones de Alemania en territorio 
comunitario.
Las políticas de apertura externa y de 
internacionalización de las economías del centro y este de Europa han 
abierto las puertas de mercados hasta entonces relativamente poco 
explorados por las firmas alemanas. Pero lo que ahora importa destacar 
es que éstas han encontrado una legislación muy favorable y una 
combinación costes laborales-productividad del trabajo muy beneficiosa.
Las
 subsidiarias que básicamente orientan su producción a la exportación y 
los establecimientos que operan como subcontratas –en ambos casos, 
dentro de las cadenas globales de creación de valor de las firmas 
alemanas- funcionan con tecnología avanzada –la que exige el mercado 
mundial- y costes laborales que, si bien son más elevados que el 
promedio, de los domésticos, son sustancialmente más bajos que los 
alemanes. Los bienes finales e intermedios producidos en esas 
condiciones han fortalecido, sin duda alguna, la competitividad 
exportadora de la economía alemana.
Es en esta lógica de inserción
 externa en el engranaje económico alemán donde encuentran todo su 
significado la peculiar trayectoria seguida por los saldos comerciales 
registrados por Alemania con los países antes citados, menos Polonia. A 
diferencia del patrón general –superávits comerciales continuos y 
crecientes- y del observado en España, aquí encontramos posiciones 
deficitarias o más equilibradas.
Conclusión
En resumen, la competitividad externa de la industria manufacturera de Alemania es el resultado de un conjunto de factores. A la represión salarial y los ajustes de empleo, hay que sumar, cuando menos, dos factores adicionales. Por un lado, la ventaja que supone concentrar sus especializaciones exportadoras en actividades manufactureras de alto valor añadido; esto es, en segmentos productivos para los que existe un mercado dinámico, donde los argumentos competitivos son, además del precio, la tecnología y la calidad. Es necesario tener en cuenta, de otro lado, el redespliegue de la cadena de creación de valor de sus corporaciones transnacionales, buscando explotar las ventajas –salariales, fiscales y de productividad- de producir en los países procedentes del desaparecido bloque del Este.
Conclusión
En resumen, la competitividad externa de la industria manufacturera de Alemania es el resultado de un conjunto de factores. A la represión salarial y los ajustes de empleo, hay que sumar, cuando menos, dos factores adicionales. Por un lado, la ventaja que supone concentrar sus especializaciones exportadoras en actividades manufactureras de alto valor añadido; esto es, en segmentos productivos para los que existe un mercado dinámico, donde los argumentos competitivos son, además del precio, la tecnología y la calidad. Es necesario tener en cuenta, de otro lado, el redespliegue de la cadena de creación de valor de sus corporaciones transnacionales, buscando explotar las ventajas –salariales, fiscales y de productividad- de producir en los países procedentes del desaparecido bloque del Este.
Fuente:Sin permiso 
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