Una agenda renovada de responsabilidad empresarial para América latina en la era de la crisis


 





Por Bernardo Kliksberg

Estalló en Estados Unidos, la "ira de los ciudadanos", como se la ha llamado. El detonante fue el caso de AIG. La mayor aseguradora del país al borde de la quiebra recibió en etapas sucesivas, una cifra record de 180.000 millones de dólares del Estado americano para salvarla. El Estado tiene el 80% del control
de sus acciones. Se descubrió que en marzo de 2009 estaba pagando 168 millones de dólares en bonos justamente a los ejecutivos de la división que había causado los problemas inventando operaciones de altísimo riesgo financiero, que habían tenido alta incidencia en los problemas de la empresa, y
causado daños enormes al conjunto de la economía.
Como se señaló en el New York Times (20/3/09) "era un insulto a las reglas básicas del juego limpio". La sociedad estaba consciente de que el monto en juego era muy pequeño respecto a temas mayores como los criterios muy discutibles con que se habían utilizado gran parte de los 180.000 millones de dólares financiados en definitiva por los contribuyentes, pero se centró en los bonos porque infringían todas las reglas de juego. De acuerdo a una encuesta hecha por Gallup (Blow, 21 de marzo de 2009), el 59% de los americanos estaban furiosos por la cuestión de los bonos y otro 26% estaban molestos.
Nada menos que el 76% decía que el gobierno tenía que bloquear o recuperar el dinero de los mismos.
El caso terminó de instalar en el centro de la agenda pública el gran tema de la responsabilidad social empresarial (RSE) y la crisis. ¿Qué papel jugó la RSE en la crisis? ¿Qué debían pedir los ciudadanos a las empresas en materia de RSE? ¿Cómo avanzarla? El tema no es sólo americano, forma parte de los
intensos debates sobre nuevas políticas regulatorias que se están desarrollan-
1-Una agenda renovada de responsabilidad empresarial para América latina en la era de la crisis
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* El autor es Profesor Honorario de la Universidad de Buenos Aires, Asesor Principal de la Dirección del PNUD para América Latina y el Caribe, y Director del Fondo España-PNUD "Hacia un desarrollo integrado e inclusivo en América Latina".

o en las principales economías europeas, asiáticas, y emergentes. El presente trabajo procura explorar algunos de estos interrogantes y extraer conclusiones para la reflexión y la acción en América latina. En primer término indaga sobre las causas de la crisis y el papel desempeñado en ella por algunos operadores económicos. A continuación muestra que la crisis ha encontrado a la idea de RSE en pleno proceso de cambio paradigmático. En tercer lugar sugiere algunas líneas de trabajo en RSE hacia el futuro.
Finalmente examina los impactos de la crisis en América latina y el rol que debería jugar la RSE.
1. Causas éticas de la crisis Los indicadores no dejan lugar a dudas. Han quedado atrás los discursos racionalizadores que planteaban que se estaba ante una etapa más del ciclo económico, o un fenómeno similar a la crisis del sudeste asiático, o la de México de inicios de los 80'. Las cifras son las peores desde la finalización de la segunda guerra mundial. El Banco Mundial, y el FMI están revisando sus evaluaciones hacia la baja. Se estima que en 2009 el producto bruto mundial se contraerá entre 0,5 y un 1,5%. En Estados Unidos caería 2,6%, en la zona del euro 3,2%, en Japón 5,8%. El crecimiento de China caería de un 11% anual, a un 6%. Es la mayor crisis de los últimos 80 años. La economía americana destruyó en enero y febrero de 2009, diariamente 23.000 puestos de trabajo. Perdió 2.000.000 de empleos en 2008, y en los
dos primeros meses de 2009, otros 1.200.000. La tasa de desocupación se disparó al 8,1%. La tasa de desocupación inglesa era a fin de enero de 2009, del 6,5%, la mayor desde 1997. En Francia se preveía una caída del producto bruto en 2009, de 1,5%, y la pérdida de 300.000 empleos. La producción industrial fue en enero 2009, un 14% menor a un año antes. En Alemania, las exportaciones cayeron en un 20% en enero 2009, respecto a un año atrás.
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En España la desocupación llegaba a final de 2008 a 13,8%. En Irlanda el desempleo sería a fin de 2009 del 14% (4,3% en 2006). ¿Cómo se desplomó la economía americana, la mayor del mundo, arrastrando
en su caída a las principales economías mundiales? Las burbujas de los subprimes, y de los derivativos, y otros productos financieros sin bases reales desempeñaron un papel crítico en la crisis. Se ha estimado que el volumen de la industria de derivativos tóxicos es por lo menos cinco veces mayor al de las hipotecas tóxicas. ¿Cómo pudieron desarrollarse durante años estas burbujas que pusieron en riesgo los ahorros de la gran mayoría de los americanos y de las bolsas mundiales? ¿Qué factores las posibilitaron y propiciaron?
Hubo varios déficits éticos de gran envergadura que incidieron en la situación. Una economía de mercado sin valores éticos puede ser portadora de altísimos riesgos, como visionariamente lo había percibido Adam Smith cuando en sus textos fundantes (The Theory of Moral Sentiments, 1759) enfatizaba la imprescindibilidad de que el mercado estuviera basado en valores éticos como "prudencia, humanidad, justicia, generosidad, y espíritu público".
1.1 Primera falla ética: el Estado abandonó su misión de proteger el interés colectivo en campos estratégicos
La política pública en Estados Unidos, en la presidencia anterior, desreguló activamente el mercado parafinanciero y debilitó severamente las instituciones regulatorias existentes. En nombre del "fundamentalismo de mercado" como lo llamó el Presidente de Francia, Sarkozy, se dejó a la "autorregulación" de los actores económicos un mercado tan delicado y clave como el parafinanciero.
Uno de los orientadores de esas políticas, Alan Greenspan (The Week, 2008) declaró al ser interpelado en el Congreso americano sobre los desastrosos resultados producidos al desregular "estoy en estado de estupor. Creímos que las instituciones financieras se auto regularían para proteger sus intereses, y los de los accionistas, y no lo hicieron... todo el edificio intelectual que construimos se ha venido abajo".
25 El debilitamiento en extremo de la capacidad regulatoria del Estado tuvo entre sus expresiones límites el hecho de que la SEC fue incapaz de procesar las denuncias documentadas, que desde 1990 se venían haciendo sobre el caso Madoff.
Juan Somavia, director de la OIT (2009) resume con precisión la situación: "La visión ideológica de la economía que sostiene que la desregulación siempre es la mejor política, nos ha llevado a los problemas del sistema financiero. Esta visión sobrevaloró el mercado, infravaloró el papel del Estado y devaluó
la dignidad del trabajo".
1.2 Segunda falla ética: la conducta de los altos ejecutivos financieros.
El caso AIG fue sólo la punta del iceberg. Culminaron conductas similares consecuentes. La desregulación salvaje creó un clima de "incentivos perversos". Era posible llevar adelante casi en impunidad lo que el Presidente Obama ha llamado "una codicia desenfrenada". Los altos niveles gerenciales de diversas empresas financieras de gran peso las llevaron a situaciones de altísimo riesgo sistemático para favorecer la maximización de ganancias a corto plazo, dado que sus "paquetes" estaban ligados a los beneficios inmediatos de las empresas. Las intoxicaron de activos dudosos, que incidían en los balances aparentes, aún cuando el futuro fuera totalmente dudoso. Fue la acusación del Congreso en sus interpelaciones contra Richard Fuld presidente de Lehman Brothers, que llevó a la quiebra a una empresa de 160 años de existencia. El presidente de la Comisión respectiva del Congreso, Henry Waxman, le mostró que había cobrado en los últimos años 500 millones de dólares. Además que se había cubierto, por si lo despedían con un "paracaídas de oro", una cláusula en su contrato que en ese caso obligaba a la empresa a pagarle 65 millones de dólares. Le preguntó: "¿es esto juego limpio?". Nicholas Cristoff Premio Pulitzer, tituló su columna en el New York Times dedicada a Fuld "Se necesita ejecutivo, 17.000 dólares por hora, no se
necesita ser competente". Su remuneración era 2.000 veces el salario mínimo 26 (8,25 la hora), que ganaban amplios sectores. También la que se le hizo a John Tayhn presidente de Merrill Lynch, que ya
habiendo sido su empresa absorbida por otra, con dinero del Estado, anticipó el pago de bonos por 4.000 millones a los altos ejecutivos. Asimismo en plena crisis hizo redecorar su oficina por 1.200.000 dólares incluyendo una alfombra por 87.000 dólares y una cómoda de 35.000 dólares. Además estas conductas del alto nivel corporativo mostraron una total insensibilidad a la posible ira de los ciudadanos. Uno de los tantos casos de manifestación de esta "campana de cristal" fue la comparecencia de los presidentes de las tres grandes empresas automotores al Congreso para pedir desesperadamente un rescate multimillonario. Se les preguntó en primer término, como habían viajado de Detroit a Washington. Indicaron que en avión privado.
Se les mostró que el costo de ese viaje en el que pedían ayuda masiva del contribuyente era 60 veces el que hubieran tenido comprando un pasaje business. En la ira popular contra AIG se estuvo cuestionando todo un estilo de cultura corporativa que era el antimodelo de la idea de responsabilidad social empresaria.
Reflejando los sentimientos ciudadanos el Presidente Obama (16 de marzo de 2009) denunció a las corporaciones que "usan el dinero de los contribuyentes para pagar sus remuneraciones, comprar cortinados de lujo, o desparecer en aviones privados". Calificó los pagos de cerca de 20.000 millones de dólares
en bonos a fines de 2008 a altos ejecutivos de empresas de Wall Street fracasadas como "ultrajantes", y a los pagos de AIG como "el colmo de la irresponsabilidad".
1.3 Tercera falla ética: los sesgos de las agencias calificadoras de riesgos. Las agencias son claves para los inversores. Califican los bonos y papeles emitidos por las corporaciones y los bancos para obtener recursos de los inversores. El Congreso americano las interpeló y enjuició severamente por su pésimo trabajo en los años de las burbujas. David Segal (New York Times, 18/3/09) 27 describe así su operatoria: "Pusieron su sello de aprobación en incontables subprimes y valores vinculados que ahora se describen como tóxicos. El problema, señalan los críticos, consistía en que eran pagadas por las corporaciones cuya deuda debían graduar, percibían millones en honorarios y tenían un incentivo financiero en dar altas notas a valores que no lo merecían. Por lo menos 10 grandes compañías que quebraron o fueron rescatadas en el último año tenían calificación para la inversión. Era lo mismo que dar a pacientes con enfermedades mortales certificados de salud total. Moody' s calificó la deuda de Lehman Brothers con A2, días antes de que se presentara a quiebra, y le dio a la deuda no asegurada de AIG, un rating de A3, más alto aún que A2, una semana antes de que el Gobierno se viera obligado a tomar la compañíaen septiembre pasado". Los vacíos éticos en las políticas públicas y la cultura corporativa amoral, que hoy la opinión pública en Estados Unidos y el mundo desarrollado sanciona severamente, exigiendo sanciones y cambios de fondo, causaron daños profundos
a vastos sectores del planeta. Lo sintetizó el presidente de la Comisión de Medios del Congreso americano, Charles Rangel (22/3/09): "Los sueños fueron hechos añicos, y las casas se han perdido, porque un reducido grupo de ejecutivos se hallaban motivados por codicia en lugar de preservar el sistema del que América y el mundo dependen". Contar con un "trabajo decente", el gran derecho que debería asistir a todo ser humano como lo plantea la OIT, se ha transformado para muchos en inalcanzable. La OIT estima que el número de desocupados puede aumentar en 2009 en 50 millones. La crisis que primero fue financiera y luego se transformó en económica, se está convirtiendo rápidamente en humanitaria. Nueva York tiene el record de personas viviendo en las calles de los últimos 30 años, el número de personas que piden estampillas de alimentación para poder comer (50.000) es el mayor en años, muchas personas en los Estados Unidos han dejado de comprar medicamentos indispensables porque no cuentan con los medios, la pobreza ha aumentado severamente a nivel mundial, se suceden los estallidos sociales y caen gobiernos enteros. Hay un clamor por cambios. Hacia el centro de ellos se plantean, junto a gran-28

des planes de reactivación, un rol regulatorio serio y activo de las políticas públicas, y la revisión de la cultura corporativa. 2. Hacia un nuevo paradigma en responsabilidad social empresarial Las ideas predominantes sobre el rol de la empresa en la sociedad han cambiado aceleradamente en los últimos años. Durante décadas la visión con más preponderancia era la que sostenía que la única responsabilidad de la empresa
privada era generar beneficios a sus dueños y que sólo debía rendirles cuentas a ellos. Fue legitimada doctrinariamente por Milton Friedman (1962), en un artículo donde sostenía que pedirle otra cosa era perjudicar su trabajo. Era la etapa de la "empresa narcisista". Se derrumbó en la realidad. Fuerzas sociales cada vez más amplias exigieron una perpsectiva menos estrecha. En economías cada vez más concentradas,
los impactos de las decisiones y acciones de las empresas líderes en los mercados recaen sobre toda la sociedad. En ciudades y regiones enteras unas pocas empresas son determinantes en la vida entera de esas
áreas geográficas. Se pidió a la empresa que saliera de los marcos estrechos del narcisismo y surgió la era de la "empresa filantrópica". Crecieron las contribuciones de las empresas a causas específicas. Se desarrollaron las fundaciones, estimuladas por desgravaciones fiscales, y la empresa se transformó en un actor activo en campos como el cultural donde se centraron muchos esfuerzos filantrópicos. Las empresas patrocinaban museos, expresiones artísticas de todo orden y Universidades. Sin embargo ese modelo quedó estrecho frente a una realidad cambiante. En el siglo XXI fuerzas históricas emergentes exigen que la empresa vaya mucho más allá. Que produzca una ruptura paradigmática con las visiones anteriores
y se transforme en la empresa con alta responsabilidad social empresarial.
Cuando los ciudadanos piden RSE, ¿qué es lo que exactamente están solicitando de las empresas? Por lo menos los siguientes desempeños: a) Políticas de personal que respeten los derechos de los integrantes
de la empresa y favorezcan su desarrollo. La RSE empieza por casa. Se trata de asegurar condiciones dignas de trabajo, remuneraciones justas, posibilidades de avance, capacitación. Pero al mismo tiempo la idea incluye actualmente otros temas críticos; entre ellos: la eliminación de las discriminaciones de género -que siguen en vigencia en áreas como las remuneraciones y el acceso a posiciones directivas- y el fundamental tema del equilibrio familia-empresa.
La empresa no debe generar incompatibilidades con los roles básicos necesarios para llevar adelante una vida familiar plena, sino por lo contrario favorecerlos. Es posible con las tecnologías modernas llevar adelante muchas ideas renovadoras al respecto.
b) Transparencia y buen gobierno corporativo. La información debe ser pública y continua, los accionistas deben tener posibilidades de intervención activa, los órganos de dirección deben tener idoneidad y ser controlables, se deben eliminar los conflictos de interés. Un capítulo especial es el de las remuneraciones y los sistemas de incentivos y control de los altos ejecutivos.
c) Juego limpio con el consumidor. Se espera que los productos sean de buena calidad, los precios razonables, y es decisivo que los productos sean saludables. Muchas experiencias recientes han mostrado gruesos problemas en este campo. Van desde los causados por ciertas exportaciones chinas, hasta
los efectos altamente nocivos para el organismo de las "fast foods" con sus contenidos de grasas ultrasaturadas, y los juicios masivos a laboratorios farmacéuticos,por medicamentos nocivos.
d) Políticas activas de protección del medio ambiente. Ello va desde convertir las empresas en limpias ambientalmente, hasta colaborar de múltiples formas con la critica agenda que tiene el mundo por delante en estecampo.
e) Integración a los grandes temas que hacen al bienestar común. La expectativa es que la empresa privada colabore intensamente con las políticas públicas en alianzas estratégicas con ella y la sociedad civil, en el enfrentamiento de cuestiones esenciales para el interés colectivo como la deserción escolar, el mejoramiento de la calidad de la educación, la reducción de la mortalidad materna, y la mortalidad infantil, la inclusión de los jóvenes marginados, y otras similares. La empresa privada además de aportar recursos puede
contribuir a grandes programas de utilidad pública con alta gerencia, canales de marketing, espacios en internet, tecnologías avanzadas, y muchas de sus tecnologías específicas. No se pide que reemplace a la política pública que en una democracia tiene la obligación de garantizar a todos: educación, salud,
trabajo, e inclusión, sino que sea un aliado creativo, y constante de ella. f) No practicar un doble código de ética. Debe haber coherencia entre el discurso de RSE y la práctica. Una incoherencia fundamental es por ejemplo el llevar adelante prácticas de corrupción de funcionarios públicos para lograr objetivos empresariales. Hasta 1999, en que la OCDE penó la corrupción en algunos países desarrollados se permitía la deducción fiscal de los sobornos como "gastos de negocios". Por otra parte las empresas multinacionales no deberían aplicar un código de RSE en sus países centrales y otro disímil en países en desarrollo. Sería grave, como ha sucedido en algunos casos, que apliquen normas de conducta avanzadas en sus casas matrices y empleen mano de obra infantil, o degraden el medio ambiente sin consideraciones en sus inversiones. La idea de RSE ha progresado fuertemente en los últimos años. La revista The Economist por ejemplo, que hasta hace pocos años veía muy críticamente a la RSE, considera que "ha ganado la batalla de las ideas", y que "con el tiempo será simplemente la manera de hacer negocios en el siglo XXI". Detrás de su avance hay fuerzas históricas estructurales que la empujan a diario. En primer lugar en las democracias una sociedad civil cada vez más densa, articulada y participativa, los ciudadanos piden a voces éticas a los políticos y también crecientemente a los empresarios, las ONG y la opinión pública han librado victoriosamente luchas de largo alcance como la que llevaron adelante en defensa de la salud pública contra una de las concentraciones empresariales más poderosas, la de la industria del tabaco. Han sido fundamentales en derrotar la tesis propiciada, según el Premio Nobel Al Gore, entre otros, por empresas contaminantes de que no hay un peligro ambiental real. Hoy la alarma está generalizada, el debate es cómo encararlo. Porter y Kramer (Harvard Business Review, diciembre 2006) describen así las presiones de la  sociedad civil: "Muchas compañías despertaron a la responsabilidad corporativa después de ser sorprendidas por respuestas públicas a cuestiones que no consideraban previamente que eran parte de sus responsabilidades empresariales. Los laboratorios han descubierto que se espera que respondan a la epidemia de SIDA en África que está lejos de sus mercados y líneas de producción primarias. Las empresas de comida rápida están siendo hechas ahora responsables por la obesidad y la mala nutrición".
Por otra parte los pequeños accionistas, ya muy inquietos por Enron, la séptima empresa de los Estados Unidos llevada a una quiebra fraudulenta que les costó 60.000 millones de dólares en ahorros, están ahora en total ebullición frente a la caída de las grandes instituciones financieras de Wall Street. Exigen a través de los fondos de pensiones, y otras organizaciones en que han invertido, un cambio sustancial en las reglas de  juego en el que el buen gobierno corporativo controlado es una reivindicación central. En tercer término se halla el avance del consumo responsable. En los Estados Unidos como en otras economías desarrolladas crece el "consumidor verde o ético"; se estima en no menos de 110.000 millones de dólares en USA el mercado de consumidores que cuando compran tienen en cuenta si la empresa es saludable, amigable con el ambiente, y sus niveles de RSE. Ciudadanos activos, accionistas indignados, y consumidores responsables
están empujando el cambio de paradigma en RSE. Han llegado para quedarse. Cuanto más progrese el irreversible y tan esperanzador proceso de democratización que viven amplias áreas del planeta, mayor será su incidencia y presión.
Con su impulso, se ha cambiado totalmente la ecuación de Friedman, las empresas privadas que tendrán mayores chances de tener buena performance económica no serán las "narcisistas", sino por el contrario las de mejor RSE. Investigaciones de todo orden dan cuenta de que a más RSE, más competitividad,
lealtad de los consumidores, posibilidad de atraer los más capaces a la empresa, productividad laboral, y confianza en los mercados. En una encuesta en The Economist (2005) "sólo el 4% de los empresarios afirmaron que la RSE era una pérdida de tiempo y dinero". La RSE es una exigencia ética de la sociedad, pero al mismo tiempo es el modo en que la empresa pueda reciclarse para el siglo XXI. Un Siglo donde
deberá rendir cuentas no sólo a sus dueños como equivocadamente creía Friedman, sino a todos los stakeholders lo que significa a sus propios empleados, los pequeños inversionistas, los consumidores, la opinión pública, y la sociedad civil en sus variadas expresiones. La crisis ha agudizado la necesidad de cambios perentorios en las ideas convencionales sobre el rol de la empresa en la sociedad. Lo ha entendido muy bien la Comisión Europea (marzo 2009) que termina de reclamar a las empresas "especialmente del sector financiero" que presten más atención a la ética y a las políticas de RSE. Sus concusiones son similares a las de la última reunión de consejo del Global Reporting Initiative (2009), autoridad mundial en informes de sostenibilidad que ante el hecho de que "con la falta de transparencia se ha fallado a los accionistas de las empresas" en la crisis, propone que es hora de reexaminar que la triple rendición que exige en los balances, económica, social, y medioambiental, deje de ser voluntaria y pase a ser obligatoria. Ya Suecia ha implantado esa obligatoriedad para las empresas con más de un 50% de participación estatal, y Dinamarca la está aplicando para sus 1.100 mayores empresas.
3. Una agenda para el cambio
La RSE venía avanzando. Más de 3.300 empresas se han sumado al Pacto Global de la ONU que manda la aplicación de principios básicos por parte de las empresas signatarias en derechos humanos, libertad sindical, trabajo forzoso, erradicación del trabajo infantil, abolición de discriminaciones, ambiente
y corrupción. Sin embargo la crisis ha mostrado que existían amplias fragilidades, y un largo camino para recorrer. Puso a foco que había comportamientos muy lejanos a los que la idea de RSE entraña.
Hoy sectores muy amplios reclaman entre otros aspectos nuevas reglas de transparencia frente a la destrucción de la confianza, una de las bases del funcionamiento del sistema económico, el montaje de esquemas serios y confiables de regulación, y la reestructuración integral de los ingresos de los altos
ejecutivos con techos incluidos. Amartya Sen (Financial Times, 10 de marzo de 2009) destaca que una de las brechas agudas que mostró la crisis es la siguiente: "Había muy buenas razones para la quiebra de la confianza que ha contribuido a la crisis. Las obligaciones y responsabilidades asociadas con las transacciones han devenido, en los años recientes, en mucho más difíciles de seguir por el rápido desarrollo de los mercados secundarios que involucran derivativos y otros instrumentos financieros…la necesidad de supervisión y regulación ha sido mucho más fuerte en los últimos años. Sin embargo, el rol supervisor del Gobierno de USA ha sido fuertemente reducido en el mismo período, por la creciente creencia en la naturaleza auto regulatoria de la economía de mercado. Precisamente cuando aumentaba la necesidad de supervisión del Estado, se corto la provisión de la supervisión necesaria". Más que nunca para restablecer la confianza y superar la crisis se necesitarán altas dosis de RSE. Las políticas públicas deberán estimularlas y crear un marco donde los incentivos perversos que surgían de la desregulación salvajesean reemplazados por regulaciones que garanticen el interés colectivo, y normas de juego que favorezcan incentivos virtuosos.
Por otro lado se requiere que las empresas que siguen en las etapas puramente narcista o filantrópica, atiendan el llamado de la sociedad, y tomen el ejemplo de aquellas que han incorporado a la RSE en su sentido amplio, no como una estrategia de marketing, sino como una política corporativa central. La RSE que está exigiendo crecientemente la ciudadanía, implica en el fondo replantear el mismo rol de la empresa en la sociedad; verla como una de sus instituciones básicas que justamente por ello tiene que insertarse
plenamente en sus problemáticas centrales y estar en la primera línea de su enfrentamiento. Un punto clave será formar en esta dirección. El New York Times se plantea (Holland, 15/3/2009) "¿No es el tiempo de reentrenar los escuelas que forman los MBAs?". Un Decano de uno de ellos en USA, Cabrera, dice en la nota al ver que casi todos los ejecutivos hoy cuestionados tenían en común ser MBA: "Algo grande ha fallado. No podemos mirar para otro lado, y decir no es nuestra falta cuando hay una sistemática y tan extendida falla de liderazgo". Khurana de Harvard Business School, advierte que "una suerte de fundamentalismo de mercado tomo posesión de la educación empresarial. La nueva lógica de la primacía del accionista absolvió a la gerencia de cualquier responsabilidad por cualquier otra área; diferente de los resultados financieros". La falta de RSE fue parte relevante de la crisis que hoy afecta duramente a
amplios sectores del planeta. La discusión sobre si la RSE es necesaria, ha quedado superada por los acontecimientos, hace falta ahora pasar a trabajar con todo vigor en cómo avanzarla. 4. ¿Cómo contestar a la crisis en América latina? El rol de la RSE La crisis en curso tendrá múltiples impactos sobre América latina como sobre otras áreas del globo.
Se prevé que puede afectar las exportaciones, el turismo, los flujos de inversiones, las remesas migratorias, y las fuentes de financiamiento. La CEPAL prevé que el crecimiento del producto bruto para el 2009 estará en
el orden del 1,9%. Ello después de haber crecido los últimos cinco años a un 4,7% interanual significa una reducción del 60%. Fuentes privadas estiman incluso una posible caída del producto bruto. En la segunda economía de la región, México, la CEPAL estima un crecimiento de sólo el 0,5%. La OIT ha estimado que se perderán en la región, entre 2 y 4 millones de puestos de trabajo. También puede haber un aumento importante en "los trabajadores pobres", que son aquellos que estando activos en el mercado de trabajo,
reciben un ingreso por debajo de la línea de pobreza. En un escenario "pasivo", sin tomar en cuenta el impacto positivo que puedan tener las respuestas de los gobiernos, el total de nuevos desempleados y trabajadores pobres puede llegar a 9 millones, en una región que ya tiene más de 190 millones de pobres.
En la región más desigual del planeta, con el peor coeficiente Gini de distribución del ingreso, donde el 10% más rico de la población tiene el 48,6% del ingreso, y el 10% más pobre el 1,6%, la crisis puede afectar mucho más agudamente a los sectores más débiles1. Asimismo pueden agudizar aún más las desigualdades; tener un impacto diferencial mucho más intenso, en los grupos más vulnerables como las mujeres,
los jóvenes, las poblaciones indígenas, las afroamericanas, las edades mayores, y los discapacitados.
Se requerirá entre otros aspectos políticas públicas agresivas en campos como la inversión en infraestructura, transporte y energía, el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, la extensión del crédito, la puesta en marcha de programas dinamizadores del empleo dirigidos especialmente a las mujeres
jóvenes, y a los jóvenes que están fuera del mercado de trabajo y del sistema educativo (que son hoy el 25% de los jóvenes de la región).
1. Se analiza detalladamente la situación social de América latina y el tema de la desigualdad en la obra del
autor: Bernardo Kliksberg: "Más ética, más desarrollo", 19va. edición actualizada, Temas, Buenos Aires, 2009, y en la obra que escribió con Amartya Sen: Amartya Sen, Bernardo Kliksberg, "Primero la Gente", edición actualizada, Temas, 2009.
Junto a ellas será necesario fortalecer la inversión en educación y salud, y ampliar los programas  compensatorios como los de transferencias condicionadas que hoy protegen a más de 88 millones de personas. Los pobres que son más del 35% de la población de la región, dependerán fuertemente de políticas públicas de calidad para poder hacer frente a los impactos de la crisis. Un aliado totalmente estratégico será en esta oportunidad más que nunca la empresa privada. Para ello se necesitará un replanteo de la agenda de RSE en la región. Un alto número de empresas latinoamericanas están aun en la etapa "narcisista" apegadas estrictamente a la maximización del lucro, y aisladas de toda rendición de cuentas a la comunidad. Algunas han avanzado en los últimos años a la "filantropía empresarial" con contribuciones crecientes, si bien mucho menores proporcionalmente, que las que se efectúan en el mundo desarrollado. Eso es un progreso, pero siguen distantes de la asunción de la RSE. Impera en amplios círculos empresariales la idea de que una empresa es responsable si paga los sueldos y cumple con los impuestos. Ello es una concepción muy estrecha frente a los rumbos de la RSE a nivel internacional y las necesidades regionales. Eso significa simplemente cumplir con la ley. Lo contrario es infringirla. Pero RSE es mucho más que eso, es asumir responsabilidades como las seis que se mencionaron anteriormente y replantearse el rol
mismo de la empresa en la sociedad. La ciudadanía espera y demanda cada vez más un perfil de  responsabilidad mayor de la empresa privada, como así también de otros actores claves. En la encuesta Latinobarómetro (2007) cuando se pregunta a los encuestados en 18 países latinoamericanos sobre los niveles de confianza de los diversos actores sociales, la empresa privada sólo tiene un 41% de credibilidad. Lideran la tabla los bomberos, la iglesia, los pobres, y la radio.
Junto a ellas será necesario fortalecer la inversión en educación y salud, y ampliar los programas compensatorios como los de transferencias condicionadas que hoy protegen a más de 88 millones de personas. Los pobres que son más del 35% de la población de la región, dependerán fuertemente de políticas públicas de calidad para poder hacer frente a los impactos de la crisis. Un aliado totalmente estratégico será en esta oportunidad más que nunca la empresa privada. Para ello se necesitará un replanteo de la agenda de RSE en la región.
Un alto número de empresas latinoamericanas están aun en la etapa "narcisista" apegadas estrictamente a la maximización del lucro, y aisladas de toda rendición de cuentas a la comunidad. Algunas han avanzado en los últimos años a la "filantropía empresarial" con contribuciones crecientes, si bien mucho menores proporcionalmente, que las que se efectúan en el mundo desarrollado. Eso es un progreso, pero siguen
distantes de la asunción de la RSE. Impera en amplios círculos empresariales la idea de que una empresa es responsable si paga los sueldos y cumple con los impuestos. Ello es una concepción muy estrecha frente a los rumbos de la RSE a nivel internacional y las necesidades regionales. Eso significa simplemente cumplir con la ley. Lo contrario es infringirla. Pero RSE es mucho más que eso, es asumir responsabilidades
como las seis que se mencionaron anteriormente y replantearse el rol mismo de la empresa en la sociedad.
La ciudadanía espera y demanda cada vez más un perfil de responsabilidad mayor de la empresa privada, como así también de otros actores claves. En la encuesta Latinobarómetro (2007) cuando se pregunta a los encuestados en 18 países latinoamericanos sobre los niveles de confianza de los diversos actores
sociales, la empresa privada sólo tiene un 41% de credibilidad. Lideran la tabla los bomberos, la iglesia, los pobres, y la radio.Junto a los componentes de la RSE antes reseñados, la primera obligación de la empresa privada en el escenario que surge de la crisis, es colaborar activamente con la política pública en la creación y defensa de "empleo decente". La crisis puede ser un incentivo a las conductas de ajuste a través del desempleo, o la degradación de los empleos existentes. La demanda social es que en alianza con las políticas públicas, las empresas por el contrario multipliquen esfuerzos para proteger el empleo. En Estados Unidos, mientras que algunas empresas con ganancias han recortado empleos y están siendo muy criticadas por su baja RSE, se presentan muchos casos en la dirección contraria como la decisión de los educadores del sistema escolar de Maryland de reducir sueldos si fuera necesario para paliar déficits, y evitar así que nadie fuera despedido. O como el ilustrativo caso del director general de uno de los mayores hospitales no públicos de Boston que presentó a una asamblea de todo el personal su dilema: despedir frente a la caída fuerte en los ingresos, o que todos se sacrificaran (Cullen, Boston Globe, 12/3/09). Unánimemente optaron por ese criterio, y al día siguiente recibió 100 email por hora de apoyo y felicitación. En la misma línea las empresas privadas de Costa Rica propusieron a su presidente sumarse al gran programa nacional Escudo lanzado para "escudar" a los más vulnerables en la crisis, con formulas concretas para proteger y fortalecer el empleo. También se necesitará que los apoyos que las empresas dan a causas de interés colectivo no se reduzcan. Son más necesarios que nunca. Así lo planteo Bill Gates como presidente de la Fundación Gates, dedicada a la lucha contra las enfermedades de los pobres como el SIDA, la malaria, la tuberculosis y el paludismo, al anunciar que en 2009, a pesar de haber perdido el 25% de su fondo por la caída de la bolsa, la fundación aumentaría en un 25% su presupuesto de ayuda llevándolo de 3.000 a 3.800 millones de dólares. Estimulante también el planteo de Telefónica de España que reducirá a la mitad las tarifas para desocupados, y también sigue ampliando su vigoroso programa contra el trabajo infantil PRONIÑO que ha rehabilitado a más de 100.000 niños de 13 países de la región. Una agenda renovada de RSE en este continente implica también avanzar
de la recaudación fiscal provenientes de impuestos indirectos, como el del valor agregado que grava a la población por igual independientemente de sus patrimonios e ingresos. La falta de equidad se refuerza aun más con la existencia de cerca de un 50% de evasión fiscal. Un pacto fiscal progresivo, y minimizador de la evasión, basado en sistemas modernos y totalmente profesionalizados, puede ser una fuente clave para el
financiamiento de las inversiones más prioritarias como salud, educación, y generación y protección de trabajo decente. Si América latina no responde a la crisis con políticas públicas muy activas, y de alta calidad y con una agenda renovada de RSE en sus empresas, los escenarios pueden ser muy problemáticos.
Tiene una fortaleza muy importante. La ciudadanía se ha puesto en marcha. Avanza un profundo proceso de democratización. La región y el municipio recuperan protagonismo. Muchos grupos excluidos están hoy participando e incidiendo como los indígenas, las mujeres, y los jóvenes. Crecen las organizaciones
de base, y las ONG representativas. Las universidades están cada vez mas insertadas en el medio.
Los latinoamericanos se informan, discuten, votan, y han cambiado totalmente el mapa electoral por diversos caminos pero que tienen en común su rebelión contra la pobreza extendida en un continente con tantos recursos, y su disconformidad total con las altas inequidades. Las resienten agudamente en las encuestas 9 de cada 10 ciudadanos (PNUD, 2007).
Una "sed de ética" preside este tan positivo proceso de movilización ciudadana que está llevando a políticas públicas de mucho mejor calidad, y a la denuncia permanente de la corrupción en todas sus expresiones.
Los latinoamericanos quieren construir una economía con rostro humano, y han aprendido después de la caída en el vacío a que los arrastro en los 90 la misma ortodoxia económica que hundió la economía americana, que la ética debe dirigir la economía y el comportamiento de sus actores.

La idea de responsabilidad social de las empresas es uno de los focos de esta demanda colectiva por más ética que exigirá crecientemente respuestas en este campo.
Fuente: CEPAL

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