El argumento ampliamente difundido por la red de propaganda
oficial para justificar un ajuste a la baja de los haberes jubilatorios
es que el sistema previsional está quebrado. Lo verdadero es que, a
diciembre de 2015, los datos oficiales –confirmados por fuentes
económicas privadas cercanas al gobierno- evidencian que para aquella
fecha de asunción del nuevo gobierno, las cuentas de la ANSES mostraban
un claro equilibrio.
Por otro lado, insisten en una confusión conceptual. Se asimilan las
erogaciones de la Seguridad Social a los gastos corrientes que el Estado
gasta o invierte en rubros como infraestructura, educación, salud o
seguridad pública. En realidad, el Estado solo debe administrar activos
que pertenecen ineludiblemente a los trabajadores que tributan todos los
meses a lo largo de su vida activa para el fin específico de sus
jubilaciones. A lo que se agrega media docena de leyes nacionales que
ordenan impuestos direccionados a la ANSES para atender al conjunto de
prestaciones de la Seguridad Social. Por ello, meter las manos en estos
recursos para tapar agujeros presupuestarios nacionales o provinciales
es, lisa y llanamente, un robo a trabajadores, jubilados y al conjunto
de la población.
Pero vayamos a los números de la ANSES en particular. Según la
medición de la Base Caja del Sector Público No Financiero, las
instituciones de la Seguridad Social (donde ANSES explica casi la
totalidad) tenían todavía en 2016 un superávit del 2,3% del PBI. Esta
cifra contrasta con el déficit de 1,8% del PBI que informaba por la
misma época la Jefatura de Gabinete de Ministros. La publicación MERCADO
del 26 de marzo de 20171 -que refleja habitualmente la ideología del
establishment- sostuvo, en base a estudios propios, que ese porcentual
oficial informado por Marcos Peña está sobredimensionado, pues se
incluyen partidas sociales que no necesariamente corresponden a la
ANSES. Y estima que el déficit “puro” de ese organismo era en 2016
bastante más acotado (-0,4 %) “con un fuerte deterioro frente al
superávit observado en 2015”, afirma MERCADO. Explica, también, “que en
2016 las cuentas del organismo se tensionaron fuertemente porque el
gobierno tomó decisiones que incrementaron más de lo habitual las
erogaciones de ANSES”. El aumento del gasto durante dos años y medio del
gobierno de Cambiemos se produjo por el financiamiento a Cajas
Provinciales no transferidas y la extensión de la AUH y Ayuda Escolar
Anual para los monotributistas y trabajadores incluidos en el Régimen de
Trabajo Temporario. También se habilitó el cobro en simultáneo de la
AUH y la Pensión con otros programas provinciales y locales. Amén de la
discutible extensión de la tarjeta Argenta a titulares de la AUH y
otros, que supuso una erogación de casi 14 mil millones de pesos.
La política aventurera del oficialismo se mostró en este incremento
del gasto, al mismo tiempo que mermaban los ingresos de la ANSES, lo que
rompió el delicado equilibrio con que se manejó el organismo hasta
2015. Este des-manejo se explica también por la intencionalidad del
gobierno de desfinanciar el sistema previsional y justificar una
contra-reforma, cuyo objetivo de máxima es la privatización. La baja
inducida en los ingresos de la Seguridad Social en ese primer año de
gobierno se originó no solo por la recesión económica, sino también por
mermas tributarias, como la modificación del impuesto a las Ganancias o
la devolución del 15 % de IVA a jubilados que comprasen en
supermercados. En concreto, en 2016, por ejemplo, los recursos netos de
la ANSES crecieron un 32%, 12 puntos porcentuales por debajo de las
erogaciones, tendencia que se incrementó al año siguiente.
A contrapelo de estos datos, la prensa “seria” persiste en atribuir
el descalabro fiscal creciente a los jubilados, sin mencionar el
festival de exenciones impositivas a los grandes grupos económicos.
Semanalmente se publican editoriales, informes y análisis, como el de
Ámbito Financiero del 31 de octubre de 20172. Allí, su columnista
económico Jorge Herrera, repite el sonsonete que “uno de los principales
obstáculos para el equilibrio de las cuentas públicas es el sistema
previsional” atribuyendo a “la era kirchnerista” la suma de todos los
males. Ejemplo de ello sería “la eliminación de las AFJP” (textual).
Esto, junto al otorgamiento de beneficios previsionales y la
implementación de la Ley de Movilidad Automática, “terminaron por
desquiciar el sistema”, sentencia el señor Herrera.
No solo MERCADO, dirigiéndose a su público especializado, desmiente las falsedades propagadas por el oficialismo a través de los medios masivos. El ex Banco Nación, Carlos Melconian, dice en un informe de noviembre de 2017 para los selectos clientes de su consultora privada, que en 2015 las cuentas de la ANSES eran superavitarias un 1,2% en relación al PBI. El histriónico economista PRO también reconoce, de paso, que la fórmula de movilidad creada por el anterior gobierno significó -entre 2009 y 2017- un aumento del 20% por encima de la inflación para el conjunto de los jubilados.
No solo MERCADO, dirigiéndose a su público especializado, desmiente las falsedades propagadas por el oficialismo a través de los medios masivos. El ex Banco Nación, Carlos Melconian, dice en un informe de noviembre de 2017 para los selectos clientes de su consultora privada, que en 2015 las cuentas de la ANSES eran superavitarias un 1,2% en relación al PBI. El histriónico economista PRO también reconoce, de paso, que la fórmula de movilidad creada por el anterior gobierno significó -entre 2009 y 2017- un aumento del 20% por encima de la inflación para el conjunto de los jubilados.
Estos datos contrastan con las largas parrafadas oficialistas que se
derraman cotidianamente con el solo objetivo de engañar y confundir,
endilgándole a los viejos de este país la culpa del “déficit fiscal” y
de la astronómica deuda externa que se está contrayendo. Se les mete la
mano en el bolsillo y encima se les pretende crear culpa. Las delicias
de la posverdad.
Fuente:Boletin Previsional
Por Sergio Lescano
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